Puedo no mirarte, verme indiferente, ser monótona, cuidarme a mi misma y ser invisible. Pero eso no implica no verte y privarme de ese pequeño momento.
Pero el instante que me arriesgo y te miro; no puedo evitar sonreír, no logro evitar sentirme feliz tampoco se me dan las fuerzas para detener mi cuerpo de reaccionar. Y cuando siento que mis piernas dejan de funcionar y que mis mejillas se tornan rojas debo de apartar mi mirada de tus ojos. Y aún sin tener que mirarte puedo sentirte seguir mis movimientos de manera sutil.
Tu risa nerviosa y conversación rápida me tranquiliza porque me muestra que tienes tantos nervios como yo. No quiero parecer loca o una niña pero a veces sé que no puedo verte, porque cuando comienzo a tener control me sonríes, guiñas el ojo y siento como se desvanece el sentido de calma. Y he empezado a darme cuenta que me gusta sentirme así.